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domingo, 16 de diciembre de 2012

El anillo de la muerta


 

 El anillo de la muerta

Era el sueño perfecto para una novia, una boda de ensueño con el amor de su vida, junto a su amada familia, rodeada siempre de cuidados y felicidad. La recepción se realizaría en una lujosa hacienda a las afueras de la ciudad, rodeada de gigantescos árboles, un lago de aguas oscuras y jardines que crecían sin pedir permiso y rosales, rosales por todas partes, a pedido suyo.

La felicidad suele enceguecer el juicio de las personas, por eso ella no notó la distancia del hombre que amaba, ni la mirada envidiosa de su mejor amiga y madrina de la boda, ni que durante el brindis ofrecido por su padre ambos se ausentaran, no lo notó hasta el momento del baile de los novios, cuando tuvo que ofrecer disculpas para ir a buscarlo y descubrió que su lindo castillo de cuento de hadas se derrumbaba al encontrar a su esposo y mejor amiga besándose con una pasión que ella jamás había sentido cuando estaba con él. Pero no pudo decir nada mientras las fuertes manos de Marcos Daniel apretaban su cuello, ni cuando Antonia, aquella a quien consideraba su hermana le tapaba la boca un pañuelo perfumado con su fragancia favorita, ni cuando arrastraron su cuerpo inconsciente hacia el lago, donde las aguas heladas se tragaron su cuerpo, ocultando para siempre su rastro en el lodoso fondo, dejando solo su brazo blanco y estilizado estirado, como pidiendo ayuda.
Han pasado 30 años y María Isabel dejó de ser noticia… muchos aseguraron que se había fugado con un antiguo enamorado de la secundaria, otros que había sido secuestrada por delincuentes comunes, pero los testimonios se contradecían y al final su nombre pasó a ser uno más de los miles de desaparecidos sin rastro en el país y su familia se cansó de buscarla. Fue olvidada para siempre.
Camila caminaba como todos los días hacia la parada del autobús, odiaba hacer aquel recorrido en una carretera destapada – tantos años que han pasado y no han sido capaces de arreglar esta maldita trocha me enferma llegar siempre con los zapatos llenos de barro al trabajo cuando será que pueda vivir en la ciudad como todo el mundo!!!!- debía apresurar el paso, puesto que llovía y los autobuses siempre tardaban un buen rato en pasar y no quería recibir otro regaño del señor Santamaría, su amargado jefe, pero la zona que en otros tiempos fuera un hermoso centro de recepciones ahora era tierra de nadie donde los autos y camiones pasaban por donde pudieran, la tierra, lodo y arcilla se anegaban por todas partes y uno de sus pies se atascó en el barro y cayó con todo el peso de su cuerpo sobre la tierra mojada – definitivamente hoy no es mi día auchhhh- cuando intentó levantarse, el poder  de succión del barro jaló su pie hasta enterrarle la pantorrilla, el frio se coló por todo su cuerpo, pero la rabia que sentía hizo que el frio se disipara casi de inmediato, tuvo que jalar con todas sus fuerzas para liberar su pierna del barro, pero al hacerlo, la reacción de la fuerza que empleó para salir la estrelló de nuevo contra la tierra, pero no solo tierra, a escasos centímetros de su cabeza sobresalía una rama con algo que brillaba –bueno, al menos no me clavé esa rama en los ojos… nada que hacer me van a despedir pero yo al trabajo no puedo ir en estas fachas maldita seaaa!!!! ¿qué es eso que brilla?- se acercó a la rama que casi se clava en la cara y logró distinguir una especie de anillo, lo arrancó con algo de esfuerzo y lo limpió con su blusa, igual, ya estaba embarrada y no podía ensuciarse mas.
El camino de regreso a su casa se le hizo más tranquilo, un suave perfume rodeaba la ciénaga de barro y por un momento la hizo pensar en cómo habría sido aquel lugar años atrás, imaginó gigantescos árboles cubriendo con sus sombras las verdes praderas, las aves volando por todas partes, las flores de todos los colores, una majestuosa casa estilo colonial; el frio viento la sacó de sus pensamientos, debía apresurarse, puesto que la lluvia empezaba a arreciar y ya era suficiente con perder su trabajo, no era buen plan enfermarse. El panorama de su casa no era muy alentador, el frio se colaba por todas partes y la humedad dibujaba grotescas manchas en las paredes de su cuarto, en la pequeña sala y sobre todo en el baño, pero aquellas manchas eran sus únicas amigas, incluso les había dado nombre y solía pasarse largas horas hablando con ellas de cualquier cosa –se los dije, sobre todo a ti Ana Bolena, los sueños no mienten y ellos me dijeron que lo mejor que podía hacer hoy era quedarme calientica en la cama viendo la tele, pero miren, me encontré un anillo y parece fino- el agua caliente hacia caer poco a poco el endurecido barro y surgía una magnífica joya que parecía hecha a mano, con una enorme piedra incrustada en el centro –wao! Esto debe ser un amatista porque no creo que existan los diamantes rosados.. o si? Bueno, no importa, perdí mi trabajo pero me gané un lindo anillo!- se desvistió rápidamente y se metió en la ducha, para que el agua caliente relajara su adolorido cuerpo y le quitara todo el barro que  se había adherido a el; cerró los ojos y dejó que el agua corriera por un buen tiempo, por eso no notó que una nueva silueta se dibujaba en la única parte del baño que no era afectada por la humedad, y se veía molesta.
El estrepitoso ring del teléfono la despertó de sobresalto, se había pasado toda la mañana contemplando el anillo en su dedo corazón, porque sus dedos eran demasiado delgados y se durmió pensando en que clase de idiota habría perdido semejante joya; contestó con la voz todavía dormida y los gritos del otro lado de la línea la despertaron de inmediato –es el colmo, aquí todos colgados de trabajo y usted muy fresca en su casa durmiendo, porque no puede ser responsable por una sola vez en su vida y hacer las cosas bien?-por un instante sintió unos terribles deseos de llorar pero luego sintió una nueva energía recorriendo su cuerpo –usted no es nadie para hablarme así, Juana, primero: antes de lanzar cualquier tipo de insulto o grito debería preguntarse las causas del porqué me ausenté del trabajo, pero claro, su escaza capacidad mental solo le permite seguir instrucciones y no pensar por si misma, cierto?- silencio del otro lado- bueno Juana, déjeme decirle que no voy a seguir desperdiciando mi talento con ustedes, hoy tuve un accidente pero claro, eso no es problema de nadie si no solo mío y pues decidí que no vale la pena esforzarse por esa compañía de medio pelo, por favor, dele mis más sinceros saludos al señor Santamaría, hasta nunca!- y tiró el auricular con todas fuerzas, sintiéndose renovada y feliz, como nunca en sus 25 años de vida se había sentido. – tenía pensado venderte en una compraventa pero veo que me estas trayendo muy buenas energías- sonreía mientras contemplaba el anillo. En adelante, todo fueron cambios radicales, con el dinero de la liquidación se compró un auto usado, ropa, y muebles nuevos, pero decidió dejar las manchas intactas, aun las consideraba sus amigas y a la nueva decidió llamarla Sonia,  aquel rostro tan bien definido evocaba a la protagonista de crimen y castigo, cansada, triste, pero siempre digna (y algo altiva) y ahora, gracias a su nueva actitud ya no era empleada de nadie, trabajaba como diseñadora freelance y estaba ganando bastante bien, tenía nuevos objetivos, pero desconocía la razón de porque ahora debía alcanzarlos con tanta premura, y una necesidad increíble de destruir por completo a su exjefe era lo que más le preocupaba, era como si alguien se hubiera posesionado de ella y ese alguien tuviera alguna cuenta pendiente con aquel sujeto. –Qué más da, Sonia, igual, ese señor jamás ha tenido una palabra amable con nadie… yo sé Petra, yo sé que muchas veces me trató mal y me humilló, pero pues yo no voy a trabajar de nuevo con él para desquitarme, bueno, a menos que esté dispuesto a pagar lo que ahora cobro! Estás de acuerdo Ana Bolena? Está bien, si paga lo que le voy a cobrar, entonces si.  Sonia! Estás sonriendo? Ay Dios no es posible.
Camila no pudo dormir aquella noche, si, era cierto que sus manchas en las paredes eran sus amigas, pero jamás notó algún cambio en ellas, permanecían siempre inmutables, personificando todos sus puntos de vista, pero Sonia, desde su aparición había demostrado tener su propia personalidad, algo maligno había en aquella mancha en la pared.-mañana mismo mando pintar todas las paredes, es hora de vivir en la realidad- Intentó cerrar los ojos para conciliar el sueño, pero una visión terrorífica se apoderó de ella. Sentía como el aire abandonaba sus pulmones, mientras su cuello era aplastado por una fuerza invisible, intentaba gritar pero su garganta estaba sellada, abrió los ojos para despertar de aquella pesadilla, pero solo vio el rostro de una mujer que se reía de ella mientras agonizaba, podía ver sus manos luchando contra la fuerza invisible que la asfixiaba, unas manos blancas, hermosas, y el anillo puesto en el dedo correcto en la mano correcta –esta no soy yo! No soy yo!!!!- gritó mientras saltaba de la cama, agarrándose el cuello, intentando respirar, todo le daba vueltas, todo menos la silueta de Sonia en la pared, que aun en la oscuridad se veía perfectamente. – yo no sé qué te pasó Sonia, pero a mí no me metas en tus líos!- Corrió a la cocina y agarró la esponja lavaplatos con jabón y se pasó el resto de la madrugada intentando quitar aquella mancha.
-Pensando de nuevo en la muerta, amorcito?- preguntó Antonia mientras se limpiaba la gruesa capa de maquillaje del rostro. –no digas estupideces, puedes al menos intentarlo? No tienes la suficiente mentalidad  para entender el lío en que estamos… sin ese capital, la compañía se irá a la quiebra. Demonios; si no me hubiera casado contigo tal vez el padre de María Isabel no me tendría en tan mala estima, y seguro me prestaría el dinero. –deberías dejar de preocuparte, más bien vende lo que queda y vámonos de esta maldita ciudad de una vez por todas, mira como tengo las manos de manchadas, aquí solo vamos a consumirnos de a poco, amorcito!. Marcos miraba a su mujer con desdén, nada se podía esperar de una completa buena para nada. Miró a través de la ventana hacia el jardín, intentando despejar su mente, aunque eran mas de las ocho de la noche, pudo distinguir una silueta blanca que lo observaba fijamente; se acercó rápidamente hacia la ventana, para cerciorarse que sus ojos no lo estaban engañando, pero ya no había nada, solo un rosal cuyas rosas parecían sangrar de lo rojas que eran. –ya estoy muy cansado. Necesito dormir un poco, tal vez las ideas de la diseñadora nos ayuden a que la empresa repunte, tal vez mañana sea diferente.- Duerme queridito, mañana será un mejor día, mañana te prepararé unos deliciosos wafles para el desayuno y verás como fluye mejor todo!. – qué bueno que no tenemos hijas, o serían tan huecas como tú! Ahora cállate y déjame dormir! Antonia se quedó de una pieza, aun no lograba acostumbrarse al desprecio de su marido, ya ni la complicidad era suficiente para que él la respetara, pero ella debía mantener la cabeza en alto, la farsa que ahora tenía por matrimonio continuaría por siempre, su reputación era lo único que le quedaba, ya no le importaba su dignidad.
Camila esperaba con impaciencia en el lobby de las oficinas Santamaría y Cía., no había tenido una buena noche y aquel lugar le ponía los pelos de punta, estaba segura que su exjefe se negaría rotundamente a pagar la suma que ella exigía para la realización de la campaña publicitaria, pero no pensaba dar su brazo a torcer. Sus pensamientos se interrumpieron bruscamente cuando vio a una cansada pareja salir del ascensor –tu me lo quitaste todo, ¡todo!- el hombre se desenganchaba de la mujer como si le tuviera fastidio y se dirigía hacia su oficina, sin saludar a nadie, sin mirar siquiera. – la gente definitivamente nunca cambia, que asco- mientras la mujer hacia como si la cosa no fuera con ella, y se dirigía a los baños para mujeres. Camila sintió un deseo irresistible de seguirla, quería arrancarle los pelos – sigue a la oficina del Sr. Santamaría, te está esperando- ah? Oh, si, gracias, ya voy…- En el baño de mujeres Antonia observaba el espejo embelesada, a pesar de sus 55 años aun era muy atractiva, y durante los últimos 10 años había sabido mantener muy bien su figura, sobre todo con las costosas cirugías que Marcos Daniel tenía que pagar; se distrajo durante mucho tiempo retocando su maquillaje, hasta que un ruido extraño la devolvió a la realidad, era como si alguien se estuviera ahogando en alguno de los tanques de los sanitarios – ¿será una rata? Leito, Leito, ¿estás ahí? Dios que será…- se asomó en cada uno para verificar que nada o nadie se estuviera ahogando, cuando finalmente vio que uno en especial burbujeaba, se acercó un poco más, y sus ojos casi se salen de su órbita al ver como una mano blanca salía por el desagüe y la agarraba del cuello y la jalaba hacia el fondo, una y otra vez la mano jaló, pero la cabeza era muy grande para caber en el desagüe, pero no se detenía, la fuerza con la que jalaba era tal, que pronto, todo su cuello estaba totalmente desgarrado; Antonia ni siquiera pudo gritar, y muy pronto sucumbió a la violencia que la golpeaba contra el desagüe de el sanitario, los golpes no cesaban, hasta que la cerámica cedió y el agua ensangrentada y llena de pelos y cuero cabelludo empezó a derramarse en el piso. Ya no había mano blanca jalando, solo un cuerpo con la cabeza aplastada, que emanaba un extraño perfume. –Le aseguro que no se va a arrepentir, esta campaña será un hit total, y contaremos con la asesoría de los mejores – eso espero, puesto que me está cobrando tanto, ya es el último recurso que nos queda y sería una lástima desperdiciar – aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaghhh – ¿qué fue eso? – Alguien gritando desde el baño, parece- los dos se dirigieron corriendo hacia la dirección de donde provenía el escándalo, el charco de agua sangre se había filtrado hasta el loby y una mujer histérica no dejaba de gritar – está muerta! Está muerta por Dios!!!!- Marcos Daniel sintió un frio recorrer su espalda, Antonia, pensó, y empujó a la recepcionista que no dejaba de llorar en la entrada de los baños para poder pasar. Caminó muy despacio intentando no mojar sus elegantes mocasines con el agua ensangrentada; un penetrante olor a sangre mezclado con un perfume que en antaño él disfrutaba mucho invadía el ambiente, tuvo que contener la respiración por un instante para no vomitar, aquella escena era lo más macabro que había visto en su vida, el cuerpo de su mujer yacía boca abajo con la cabeza dentro de un sanitario destrozado, mientras el agua no dejaba de fluir. – Antoniaa!!!- gritó mientras levantaba el cuerpo, pero al hacerlo, lo poco que unía la cabeza al cuello se desprendió, y la cabeza destrozada quedó flotando en el agua de la taza; la impresión hizo que soltara el cuerpo y se echara para atrás, aterrorizado.
Camila se sentía extraña, hacía dos días que no se atrevía a pegar el ojo, aunque estuviera muerta de cansancio, cada vez que cerraba los ojos, sentía como si alguien venido del mismísimo infierno quisiera estrangularla, y sabía que no era un sueño, por que las marcas de manos en su cuello eran la prueba –voy a morir si no duermo, pero si me duermo, me matan!- se repetía una y otra vez, ya no había café, ni aspirinas, solo le quedaba darse una ducha de agua helada, para no rendirse ante el sueño, pero en el baño habitaba su gran temor, la mancha de Sonia, que no se borraba a pesar de los parches de pintura que en vano ella aplicaba todos los días. – al menos una mancha no puede lastimarme, me voy a bañar- se desvistió con parsimonia, dándose moral para soportar el agua fría, que detestaba, y se metió bajo el chorro, que se sentía como 10 golpes a la vez sobre su espalda, sobre su cabeza y sus piernas – es suficiente, pensó- y cerró la llave; se sentía muy pesada, al parecer la ducha no había sido buena idea; estaba a punto de tirarse al sofá para dejar que las manos la terminaran de ahorcar cuando el teléfono sonó. –¿Camila? –si- ah, hola, hablas con Tatiana, la recepcionista, ¿te acuerdas de mí? – sí, ¿que necesita?-el señor Santamaría te necesita aquí con urgencia, ¿podrías venir hoy a eso de las 4 de la tarde? –no, yo por allá no vuelvo a poner un pie – Camila, por favor, es un pedido personal, no tiene nada que ver con el trabajo, solo quiere que nos acompañes para el funeral –pues yo puedo llegar al cementerio, pero a ese edificio no voy. ¿Dónde es? –En parques del recuerdo, si no estoy mal eso queda cerca a tu casa –yo no sé para que me quiere ese señor allá, ¿qué tengo yo que ver con ustedes? – tu ayudaste al señor Santamaría cuando… cuando lo de la señora Antonia, el sigue muy impactado, no creo que sea tan malo que nos acompañes – yo miro si voy o no, la verdad esa gente ni siquiera me simpatiza –bueno Camila, te estaremos esperando, adiós –adiós. Se quedó mirando hacia el pequeño jardín de su casa, de nuevo estaba lloviendo y el sonido de las gotas cayendo sobre el tejado eran como una canción de cuna; no podía dejarse vencer por el sueño, no podía morir sin saber, sin entender que era lo que estaba pasando, ¿porqué esos sueños?, ¿Por  qué ese deseo de destruir a esa familia? Sentía dentro de sí que la muerte de esa señora no era suficiente, quería más, y la desesperación se estaba apoderando de su ser; se fue al baño, estaba segura que Sonia era la única que podía aclarar sus dudas, igual, más loca, imposible. – Quiero saber qué diablos pasa, Sonia, ¿Quién eres y que tienes que ver con los Santamaría? La mancha dejaba su rostro apacible para mostrar una mueca de repulsión  -¿Sabes qué?, yo sé que tienes que ver con este anillo, y si no me dices que pasa, ya mismo lo devuelvo a donde lo encontré, tal vez así me dejes en paz!- Los ojos de la mancha se hacían más y más grandes, y luego se cerraron, como dándole la señal a Camila que debía hacer lo mismo. –Si me duermo, ¡esas manos me van a matar!- La mancha no hizo más nada –Bueno, supongo que si quiero saber todo, tengo que dormirme… sniff.
Se tumbó en su cama sin siquiera ponerse una pijama, y dejó que sus párpados finalmente se cerraran, estaba tan cansada que olvidó el miedo que tenía, y entonces, lo vio todo; ya no era la protagonista, pudo ver, desde un cómodo punto de vista, cómo Sonia descubría el engaño de su esposo y mejor amiga, como él, en una acto desesperado la estrangulaba, como ella intentaba defenderse, inútilmente, y como ya, cuando había perdido el sentido, Antonia ponía en su boca el pañuelo que horas antes le había regalado y finalmente, como arrastraban su cuerpo hacia un lago de aguas oscuras. –El lago… esa rama no era una rama… ¡Dios, era tu mano! Y el pantano fue el lago donde te ahogaste… Dios mío que horror – Camila se despertó sobresaltada, y salió de su casa corriendo hacia el lugar donde había encontrado aquel anillo, no dejaba de llover por lo que se le dificultó mucho encontrar el lugar donde había caído la última vez, pero gracias al agua, la tierra estaba mucho más blanda y cuando encontró lo que ella creía era una rama, no dudó en excavar con sus propias manos, hasta que logró desenterrar por completo el cadáver de su Sonia; solo eran huesos cubiertos por harapos, pero un bello collar adornaba una clavícula ennegrecida por el moho y la tierra, un arete de perla estaba engarzado en un velo que alguna vez fue blanco,  y una diadema de brillantes aun adornaba su frente, por un instante sintió un dolor que le carcomía el alma, una rabia que le ardía en el pecho; qué manera tan absurda de morir, que par de desgraciados aquellos dos, esa señora había tenido la muerte que se merecía y aun faltaba que el principal responsable pagara por todo. –Espérame aquí, Sonia, es hora de que todos sepan la verdad. Se devolvió lo más rápido que pudo a su casa, buscó una bolsa grande de lona, se puso ropa seca y un impermeable y se fue en su auto directo a los parques del recuerdo, donde tal vez ya habían finalizado las exequias de Antonia, pero tenía la esperanza de que encontraría a aquel verdugo despiadado.
-Papá, es hora de irnos, no es bueno que sigas aquí, necesitas descansar. – Quiero estar solo un rato más, Manuel,  no me parece grato ir a una casa en donde ella ya no está… -De acuerdo, como quieras, pero es patético que quieras demostrarle algo de amor ahora que está muerta, cuando en vida no hacías más que despreciarla. – ¡No es buen momento para que me juzgues! – Al diablo contigo, papá, el que debería estar bajo tierra es otro, ¡adiós! Marcos Daniel veía como su hijo se alejaba rápidamente, quería gritarle, pero él sabía que tenía razón, no ganaba nada generando una nueva discusión en pleno cementerio; se agachó para acariciar la losa de mármol que tenía inscrito el nombre de su esposa, y de rodillas, se puso a llorar. – Creo que con esto ya es bastante castigo. – ¡Ella no lo cree así!- Detrás suyo estaba Camila, sosteniendo una pala con la que lo golpeó en la cabeza, y lo dejó inconsciente. Cuando despertó, no supo donde estaba, por un momento no supo nada, solo lo acompañaba un agudo dolor de cabeza, y un frio que le calaba los huesos, estaba totalmente empapado, y cuando intentó sentarse supo que estaba sobre un charco de lodo; ya era de noche, pero finalmente había dejado de llover y el cielo estaba totalmente despejado. Se quedó helado cuando vio a María Isabel justo en frente de él, con el pañuelo aun dentro de su boca, con los ojos que brillaban como el fuego, con esa mirada inquisidora, se restregó los ojos, para dar crédito a lo que estaba viendo, pero cuando los abrió de nuevo, frente a él solo había un esqueleto cubierto con harapos, no había duda, ella había regresado del más allá para vengarse, y era hora de que también pagara. – no me arrepiento, si eso es lo que quieres oír, contigo solo era conveniencia, todo habría sido perfecto si no hubieras sido tan inoportuna. ¡Inclusive, estarías viva! El esqueleto parecía no inmutarse, pero, luego de un rato, el nivel del charco de lodo empezó a aumentar cada vez más, estaba totalmente paralizado, y ni siquiera pudo gritar al ver como su cuerpo se hundía, y menos cuando vio una mano blanca emerger del lodo para agarrarlo por el cuello y hundirlo completamente.
A unos 10 metros de distancia Camila observaba, imperturbable como el barro se revolcaba; de vez en cuando se frotaba el anillo, satisfecha al ver que finalmente se había hecho justicia, ya era hora de devolvérselo a su legítima dueña. Esperó dentro de su auto hasta que amaneció, y se dirigió al lugar donde un día encontró una joya que le cambió la vida para siempre. Despacio, muy despacio, porque no quería perturbar la nueva paz que ahora reinaba, la tierra estaba totalmente endurecida, era como si en 30 años no hubiese llovido en aquel lugar, y saliendo de la tierra como dos ramas entrelazadas, dos manos estaban unidas, una blanca y una trigueña, en un lazo de amor eterno, como María Isabel siempre lo soñó, ella se inclinó y cuidadosamente, temerosa de que aquella unión se desintegrara de nuevo, colocó el anillo donde siempre debió estar, y, mientras se alejaba, las dos manos volvían de nuevo a la tierra, su nueva morada para el amor.

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