La Cabaña
José
se había mudado con su familia a una nueva casa, que tenía en el jardín
una cabañita de juegos, que le pareció perfecta para su hija de apenas 8
años, estaba ya un poco maltratada así que la restauró lo mejor que
pudo. En unos días, su chiquilla no salía de ese lugar, parecía estar
encantada, hasta el punto de convertir aquel rincón en su nuevo hogar,
se negaba a dormir a la casa, y lanzaba tremendas rabietas cuando la
obligaban a entrar a su habitación.
Una
tarde que su madre regaba las plantas la escuchó hablar con alguien,
así que se acercó, ella tenía a todos sus muñecos sentados a la mesa
tomando el té, la madre sintió algo de ternura hasta el momento en que
la niña dijo: -Comadre osa, quiere servir el té por favor- entonces para la admiración de la señora que observaba a escondidas, la osa contestó; –Claro que si comadre- mientras estiraba el brazo para tomar la tetera, los demás muñecos sentados, volteaban hacia ella pasándole sus tasas.
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La
madre de la impresión se quedó sin fuerzas en las piernas y quiso
sujetarse de la puerta, la cual se abrió dejando que los muñecos en el
interior se dieran cuenta, sus caras se arrugaron, estaban muy enojados
por haber sido espiados, se acercaron a la señora y la jalaron dentro de
la pequeña casita, cuando el padre vino del trabajo no podía encontrar a
nadie y cuando vio por la ventana, la señora estaba sentada en la casita
con su hija, así que las dejó, pensando que podrían estar jugando como
otras veces lo hacían. Se dio tiempo para tomar una siesta.
Al
despertar horas después, un poco extrañado porque no habían vuelto a
casa aun, fue hasta la cabaña, los muñecos tenían apresadas a madre e
hija, atadas en las sillas, con rostros llenos de miedo y tristeza le
pedían al padre las auxiliara, el entró con rapidez, y saltaron sobre él
los muñecos, que en un instante también lo tenían
atado. Después de muchas negociaciones, llegaron al acuerdo, de que el
padre hiciera en su casa las mismas inscripciones que se encontraban en
la cabaña, así podrían cobrar vida en cualquier rincón. La familia
aceptó esto a cambio de que no los dañaran.
Es
unos pocos días, se podía ver a los muñecos que paseaban con libertad
por la casa, a cualquier hora, obligando a la familia volverse ermitaña,
negándose a recibir visitas. Pero esto fue algo que se salió de su
control, por una razón o por otra, siempre había alguien que lograba
entrar. Sentía entonces, que el lugar donde se sentaban era pateado
desde abajo con fuerza, veían pequeñas sombras a lo lejos, escondiéndose
dentro de los muebles, hubo quienes pudieron ver a alguno de los
muñecos asomar la cabeza por la pared y sonreírles.
Después
de la muerte de los padres de la niña en formas misteriosas, ella fue
llevada a un orfanato, y ellos se quedaron como dueños y señores de la
propiedad, esperando una nueva familia que habite ese hogar, pero ante
las habladurías de la gente, que dice que aquellos muñecos observan por la ventana, que juegan con las luces, no hay aun quien se atreva a vivir en aquella casa.
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