En la casa de los abuelos
Al borde del terror absoluto, Damián vio que la puerta del mueble se abrió apenas, y en el interior oscuro creyó ver un ojo que lo estaba mirando.
Gritó desesperadamente, y tras el grito unos pasos presurosos sonaron en el corredor, la puerta de la habitación se abrió, y el abuelo de Damián entró con cara de preocupado.
- ¿Ese grito fuiste tú, qué pasó? - preguntó el abuelo acercándose a la cama.
- ¡Hay una cosa en el ropero y me estaba mirando! - aseguró Damián.
- No creo que halla algo, te lo habrás imaginado, pero vamos a ver. Puede ser una rata.
El anciano abrió la puerta del ropero y se inclinó hacia el interior oscuro.
- ¡Ah! - exclamó el viejo -. Esto era lo que hacía ruido - y retirándose del interior del mueble le mostró a Damián lo que tenía en la mano, y era la cabeza de su abuela; la sostenía del cabello y la cabeza sonreía.
De pronto Damián estaba sentado en la cama y a los gritos, y en la habitación no había nadie más.
Momentos después su abuelo entró en la habitación y le preguntó qué le pasaba.
- ¡Ay! Tuve una pesadilla horrible abuelo.
- Bueno, bueno, ahora a calmarse que sólo fue un sueño, no tienes que darle importancia, sólo fue un mal sueño. Tu abuela está bien - dijo el anciano antes de retirarse.
El muchacho quedó mas aterrado todavía: No le había contado ningún detalle de la pesadilla a su abuelo, ¿por qué éste había mencionado lo de su abuela? ¿Seguía soñando? Nunca lo supo, pues antes del amanecer volvió a dormirse, y por la mañana ya no sabía qué había sido sueño y qué había sido realidad.
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