El Puente Negro
Existían
dos comunidades en la sierra, separadas por un puente negro, construido
desde hacía ya mucho tiempo, era un lugar peligroso para cruzar, la
vieja madera crujía a cada paso, y se le sentía ya un temblor
inquietante, faltaba mucho tiempo para que el nuevo puente fuera
terminado así que la gente se veía a obligada a seguir usando aquel
vejestorio.
Cierto día Julián iba al pueblo vecino a visitar a su novia, a mitad del puente, una densa neblina
bajó de improvisto, impidiéndole la visión mas allá de sus pies, con
algo de desconfianza el joven se quedó parado, pues por mucho que haya
pasado ya por ese lugar, temía dar un mal paso y caer hasta el rio. No
llevaba con él ninguna lámpara, y empezó a sentir cierta desesperación
porque las manecillas del reloj avanzaban y la niebla no disminuía.
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Se
decidió entonces por caminar, tomando muy fuerte del barandal, avanzaba
lentamente con un pie tras otro, apenas dados un par de pasos,
escuchaba el crujir de la madera más fuerte que nunca, y el ruido no se
iba cuando él se detenía, pensando que alguien venia también por el
puente gritó:-¿Buenas noches, quien anda ahí?-,
pero nadie le respondía. El puente se tambaleaba como si fuese a caer,
así que el chico se aferró a uno de los postes más gruesos que encontró
cerca. Caían escombros sobre su cabeza, y la madera se quebraba a su
alrededor.
Abrazado aun de aquel
poste, pudo divisar una luz a lo lejos, un calor intenso se acercaba con
el avanzar del resplandor, el puente ardió en llamas, entre las cuales
pudo ver que salía un caballo que solo una de sus patas superaba el
tamaño del muchacho, detrás de él, vinieron tres más, guiados por un ser de túnica negra, que conducía una carreta de la cual salían tremendos gritos de horror, que le hicieron sangrar los oídos.
Cuando
la carreta cruzó, la niebla le seguía, el puente estaba intacto, Julián
seguía abrazado del poste, decenas de personas venían corriendo desde
los dos pueblos, se había armado un gran alboroto, por el derrumbe de
una mina. Entre tantas personas, algunas intentaron llevarse al chico de
ahí, pero no pudieron despegarlo de aquella enorme viga, se sujetaba
con mucha fuerza. Pues aunque nadie lo notaba, el veía la carreta ir y
venir toda la noche, transportando las almas de los que habían fallecido.
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